Nuevo viaje a Polinesia Francesa 1: Llegada a Tahití e Isla de Moorea
Creo que pensábamos en regresar a Polinesia Francesa desde el mismo instante en el que tomamos el avión de vuelta. Y es que ese paraíso perdido en medio del pacifico tiene el poder de encantar al que logra vivirlo y al que logra sentir lo que los polinesios llaman el Mana, esa energía indescriptible que emanan de sus paisajes únicos y de ese pueblo que te sonríe desde el alma. Y sin duda un lugar que se robará sus corazones será la isla de Moorea.
A principios de este año estuvimos a punto de ir a Asia y al final nos dijimos que por qué no repetir un viaje a Polinesia Francesa, pues eso hicimos. Esta vez decidimos de planificar el viaje con mucha antelación y ver si eso cambia algo con respecto a las ofertas, también eso nos permitiría de repartir mejor los gastos, y la verdad nos fue muy bien.
Efectivamente se pueden conseguir mejores ofertas de tipo early book, early bird como le llaman también en el medio. Consultamos varias agencias a diferencia de la vez pasada, pero terminamos trabajando con la misma porque nos ofreció el mejor precio y las mejores condiciones. Cabe destacar que las demás agencias se alinearon con el precio, pero preferimos las condiciones tanto de pago como de eventuales anulaciones (nunca se sabe) de Yestahiti. El trabajo de organización que hicieron fue impecable, y tuvimos un viaje inclusive mejor que el primero.
Con toda honestidad teníamos miedo de que el segundo viaje nos desilusionara, porque ya no había el entusiasmo de la novedad, de la sorpresa y el descubrimiento, pero esa tierra hermosa que es la Polinesia Francesa siempre tiene algo para maravillarnos, e inclusive, cuando ya has visto el paisaje, solo el cambio de luz o de condiciones meteorológicas te hace descubrir cosas nuevas.
Pasamos menos tiempo en Tahiti, y agregamos tiempo a Moorea, y agregamos 2 islas más: Raiatea y Tah’aa. Hicimos màs días en total que la vez pasada y no sentimos nunca que fue demasiado o que perdíamos tiempo.
14-NOV : Viaje a Polinesia Francesa…una huelga de Air France en Papetee casi lo impide
Generalmente estamos siguiendo si hay alguna huelga de Air France cuando vamos a viajar, porque tenemos la suerte de pillarnoslas todas, pero al mismo tiempo siempre salimos victoriosos. El hecho es que el día anterior recibimos un mensaje diciéndonos que nuestro vuelo entre LA y Papetee estaba anulado y que nos metían en otro vuelo, de Air Tahiti. Nos dijimos, sera la ocasión para probar esta línea.
El problema fue el estrés en L.A., tiempo cortísimo para cambiar, teníamos que recuperar el equipaje y registrarlo de nuevo (en realidad, y para suerte nuestra, solo darlo a alguien).
En fin, todo en un tiempo cortísimo, y llegamos a pensar que perderíamos el avión, y en consecuencia un día de vacaciones. Pero finalmente nos encontramos en el avion de Air Tahiti, esperando a otros pasajeros en iguales condiciones, y despegando con retardo.
Cabe destacar que Air Tahiti Nui es una muy buena linea, el avión esta hecho para que ya te sientas de vacaciones, y esto es genial. Las fotos de la entrada, los colores, la decoración, el uniforme del equipaje, la comida, los videos. Estas ya en Polinesia cuando te subes a ese avión.
De llegada en Tahití optamos en alojamiento por un valor seguro, el Intercontinental Tahiti, que genial fue encontrarse de nuevo allí, en aquellos jardines que con toda honestidad no los recordaba tan cuidados e inmaculados, pero que bien. Como esta vez llegamos directo al hotel, lo hicimos muy temprano, entorno a las 7h30 de la mañana, aun la habitación no estaba lista.
Luego de la bienvenida usual con jugo de frutas, nos dieron las llaves de un cuarto privado para cambiarnos y ducharnos, bastante cómodo y con todo lo necesario. Una vez con el traje de baño, nos fuimos a la piscina con fondo de arena que ofrece una excelente vista de Moorea, el tiempo estaba a nuestro favor y hemos podido verla totalmente despejada.
Nos dieron un teléfono móvil al que nos llamarían cuando nuestro cuarto estuviera listo, cosa que ocurrió hacia las 10h30 de la mañana. Ya a esa hora hasta una cerveza nos habíamos tomado, y muy relajadamente. Fuimos a recuperar nuestra llave y nos dirigimos al cuarto que se encontraba en el ala opuesta de donde ya estuvimos anteriormente, cosa que nos sorprendió.
Ibamos seguidos por el chico que llevaba nuestras maletas. Cuando abrimos la habitación que sorpresa genial, una habitación totalmente renovada entre moderno y tradicional, que habitación más bella, era a nivel de planta baja y tenía acceso y vista al jardin, y no solo, sino vista al mar, y que vista, podíamos ver Moorea desde la habitación. Estabamos contentísimos, el viaje iniciaba bien.
Teníamos mucha hambre, así que nos fuimos a ver que podíamos comer en el restaurant. Nos encontramos con una excelente opción, hay un buffet de ensaladas y wok, puedes escoger entre los dos. Y la ensalada es ‘à volonté’, es decir, lo que quieras y puedas comer. El wok te lo compones tú mismo pero no te puedes servir de nuevo, pero con una vuelta es más que suficiente. En todo caso nos fue muy bien porque teníamos mucha hambre y aprovechamos de comer y darnos gusto.
La tarde transcurrió entre la terraza de la habitación y el Lagoonarium, donde sentimos la emoción de encontrar de nuevo esos peces de colores que tanto nos impresionaron la primera vez y que deseabamos ver de nuevo.
En la noche nos encontramos con nuestra amiga Tepu, quién nos llevó a comer a un lugar bien local, donde saboreamos un excelente Sashimi de atún.
Al inicio de la noche, ya el cansancio y el cambio de horario se hacia sentir, nos despedimos en la entrada del hotel, quedando de vernos cuando estaríamos de regreso a Tahiti. Así acababa el día, no sin antes admirar desde nuestro habitación lo hermoso que se veia los jardines del Hotel con la iluminación nocturna. Baño gratificante luego de sudar un poco durante la cena, y rumbo a la comodísima cama.
El gran tour de la Isla de Moorea
En este viaje decidimos que queríamos explorar una Moorea un poco más salvaje y alejada de los grandes hoteles. Nos decidimos por un lugar en la costa oeste de la isla de Moorea. Pensabamos que era un poco estilo agriturismo a los que solemos ir en Italia, pero la verdad que quedamos un poco desencantados.
Esta vez llegamos con muy poca gente a Moorea, eramos 6 en total que quedamos para recoger las maletas, las cuales una vez recuperadas entregamos enseguida a los del transporte Moorea Explorer, y nos encaminamos a nuestro alojamiento que quedaba del otro lado de la isla, eso nos sirvio de tour, porque el camino era mas que largo, y después de la Bahia de Cook pasamos por lugares que no conociamos. Desde el aeopuerto hasta Hauru, la localidad donde nos quedamos, son unos 40 minutos.
Así llegamos al Moorea Beach Lodge, que nos dió muy buena impresión al llegar, un jardin muy bonito, y una casa principal en blanco y madera decorada muy acertadamente y que se abre con vista al mar. De primeras la impresión muy buena, aun si debo confesar que senti que estabamos un tanto aislados y que no habia nada o casi nada que hacer en el lugar aparte de tumbarse en la arena. Nos dieron nuestro acostumbrado jugo de piña y luego de un rato nos acompañaron al bungalow.
Mala sorpresa, el bungalow parecía no estar listo para recibirnos, el aire acondicionado apagado y hacia un calor infernal, el lugar plagado de mosquitos, oscuro, y no daba sensación de limpio. Tratamos de buscar donde enceder el aire y no encontramos el mando, cuando fuimos a buscar la chica que nos trajo, ésta ya habia desaparecido.
Nos fuimos a dar una vuelta a ver si conseguíamos al dueño, pero nada, regresamos al bungalow y nos dimos cuenta que el techo se encontraba en mal estado y que habia una lona que lo cubría por fuera. Nos sentímos timados. Llamamos a nuestra agencia, y entre dimes y diretes con el gestor del sitio, nos cambiaron a un bungalow jardin en muchísimas mejores condiciones, la agencia nos arregló un rembolso porque éste era mas barato.
El lugar tiene grandes cualidades pero se pierde en los detalles, después se debe comprender que al menos en esta época del año, de este lado de la isla no sopla mucho el viento y el calor se hace sentir, y los mosquitos también. A pesar de nuestras precauciones nos picaron mucho.
No nos preocupamos mucho porque solo pasariamos 2 noches en este lugar y al día siguiente teníamos una excursion de todo el día. Nos lo tomamos con filosofía, nos reimos un poco de las cosas que no funcionaba o de las que no nos informaron y nos dijimos que estabamos de vacaciones y esto era parte de la aventura. Nos cambiamos con la intención de probar el mar, pero al salir, casi que al tocar la arena, empezó a llover.
Pero que suerte!! sería destino no probar aquella playa, porque por una razón o por otra nunca lo hicimos. Muy tranquilos nos sentamos en el porche a contemplar la lluvia, sin presion alguna, estamos de vacaciones y todo puede esperar, hasta el buen tiempo. Cuando la lluvia dió un poco de tregua, desistimos del chapuzón y decidimos ir a caminar para explorar un poco la zona, y vimos que habian varios sitios para comer no muy lejos, y un pequeño supermercado.
En la noche fuimos a comer a Coco d’isle, un sitio con aire rústico, con suelo de arena, que sirve platos no muy elaborados pero buenos. Allí probamos el Uru, o el fruto del arbol de pan, que no habíamos prodido probar en nuestro anterior viaje. Es interesante como gusto, es como una patata, pero mas firme, con menos almidón, bastante bueno, y llena mucho. Lo comimos como si eran patatas fritas.
De regreso nos preguntamos si tendriamos la via iluminada, y al final, si, tuvimos luz sin problema. No estabamos muy lejos del Lodge. Al llegar utilizamos el badge que nos dieron para abrir, yyyy, sorpreeeesa!! no funcionaba!! Habiamos visto que otros que se alojaban en el mismo lugar, comían en el mismo restaurant que nosotros y nos dijimos que en caso de problemas volveriamos al restaurant.
Comenzé a golpear el portón y uno de los huéspedes que se encontraba bajo el arbol de avatar (el unico lugar donde te podías conectar a internet) nos escucho y vino a abrirnos. El nos explico que el badge no funcionaba y que había un codigo para abrir, él nos dio el codigo, cosa que no había hecho el gestor del lugar.
Un nuevo encuentro con Tiburores y Rayas en Moorea
Para el día 17 habíamos reservado un tour para ver de nuevo los tiburones y rayas. Es cierto que ya lo habíamos hecho, pero esta vez decidimos escoger nosotros mismos la excursión y hacerlo en grupo reducido, y qué acierto!!!. Lo hicimos con Moorea Miti Tours, una excursión francamente genial y muy convivial al encontrarte en un grupo reducido. Eramos unas 10 personas.
Nos recogieron en el hotel y embarcamos al lado del Manava Beach Moorea. El barco de tipo mix entre tradicional y moderno, muy nuevo, en excelentes condiciones. Muy limpio, muy ordenado. Al subirte te da una excelente sensación.
El recorrido fue el usual, te pasean por las dos bahías. El tiempo estaba súper cubierto, y temimos que no íbamos a tener un buen día. Por fortuna, después de pasear por las bahías el tiempo fue mejorando. Hicimos la parada para nadar con los tiburones y rayas, y allí el tiempo fue inmejorable.
El cielo despejado nos hizo descubrir todos los colores que no pudimos ver la vez pasada. El hecho que fuese menos gente también nos permitió tener un agua mucho más cristalina porque no había toda la masa moviendo el fondo de arena. Eso no quita que las rayas no me gustan para nada, pero disfruté nadando entre los tiburones.
Después de un rato allí, fuimos a lo que llaman el jardín de coral. Alli puedes nadar en una parte profunda donde hay bastante coral y mucha vida marina. En la excursión pasada no hicimos esta actividad, nos fuimos directo al motu y nos dejaron nadar en el jardín justo frente a la orilla.
La ventaja de ir con el barco es que ya te encuentras en la zona profunda y no te preocupas mucho por los corales. La cantidad de peces es mucho mayor y se disfruta mucho más del lugar. Los colores son igualmente más intensos y disfrutando de una buena iluminación como fue nuestro caso los colores se intensifican aun más.
De regreso, el barco nos dejó en la playa cerca de nuestro hotel. Solo caminamos un poco por la playa. De regreso nos fuimos de caminata hasta algo que era una especie de centro comercial, aunque no había gran movimiento.
Había varios sitios para comer pero ya habíamos planeado nuestra noche, y habíamos decidido cenar en el restaurant Mayflower que no estaba muy lejos del hotel y del cual habíamos leído buenas críticas.
Este restaurant sorprende, desde afuera parece un chiringuito que pasa sin pena ni gloria, en cuanto entras te encuentras con una sala de elegancia rustica, que da a un jardín iluminado con lamparillas colgantes que da un buen resultado estético. Las mesas están vestidas de manera elegante, y la comida es de muy buena calidad y estupenda. Para la bebida nos decantamos por la cerveza como siempre y los cócteles que en este restaurant son particularmente muy buenos.
De regreso disfrutamos nuestro retorno a pie, en un clima mucho más clemente que el día anterior, en el cual el calor y la humedad fueron bien intensos. La noche era más bien fresca y agradable. Pensábamos bebernos unas cervezas que habíamos comprado durante la tarde, pero estábamos cansados. Así terminamos este día que para nosotros representa una fecha bien especial.
De regreso al Sofitel Ia Ora, día lleno de colores y emociones
Hoy cambiamos de hotel, vamos al otro lado de la isla, y para nosotros es encontrarnos de nuevo en el Sofitel Moorea que tanto nos gustó en nuestro viaje anterior. En principio habíamos planeado quedarnos los 5 días en este lado de la isla de Moorea y no ir al Sofitel, pero por suerte cambiamos de planes porque nos hubiésemos aburrido con muchos días en el lado Oeste. Teníamos traslado a las 10h50 de la mañana, así que nos tomamos el comienzo del día con mucha calma, fuimos a desayunar pasadas las 7h30, y lo disfrutamos un poco mas que el día anterior en el que estábamos muy pendientes de la hora en la que venían a recogernos para la excursión.
Como a las 10 de la mañana mi esposo propuso tomarnos las cervezas para regresar las botellas y recuperar la consigna. Eso hicimos y con lo que recuperamos, compramos espirales antimosquitos porque sabíamos que nos serian útil en la terraza del bungalow del Sofitel.
El transporte llego puntual, subieron nuestras maletas y rumbo al Sofitel. Estabamos contentos de cambiar de lugar. El Moorea Beach Lodge falta un poco de ambiente y de vida. Está bien para máximo un par de noches, o más si quieres llevar vida de budista o de camping medio chic.
De camino al Sofitel nos paramos en el Intercontinental, que desde arriba se ve que está ubicado frente a unas bahías que dan unos colores extraordinarios. Luego en el Hilton y de último el Manava (antiguo Pearl).
El tour nos permitió ver la isla de nuevo, y de paso, ver los lobbies de otros hoteles. Nos decepcionó un poco el Hilton, con un lobby bastante pequeño, y ni bonito ni lujoso. Lleno de gente hasta el tope, esperando o habitaciones o traslados, la verdad no invitaba para nada. Quiza sea muy bonito dentro, pero el primer bocado no te abre el hambre.
Después parada en el aeropuerto, hasta que finalmente llegamos a nuestro destino, el Sofitel Moorea Ia Ora. Solo nos quedábamos nosotros, y eso nos dio oportunidad de un recibimiento en íntimo. Recibimiento con collar de flores, cóctel de frutas y una de esos toallitas frescas con olor a Tiaré.
Nos trajeron el documento usual a completar, y al preguntar a la chica si había recibido un mensaje de la agencia con nuestra solicitud de habitación , nos dijo en seguida, siiii, tienen la misma habitación. Uff que contentos ya estábamos, pues nos gusto mucho la ubicación de ese bungalow. No tardaron nada en llevarnos, pues nos dijeron que la habitación estaba lista aún cuando no era todavía mediodía y las habitaciones las entregan a 14h00 (2pm).
Tour en carrito de golf para llevarnos a la habitación, la mejor de las sorpresas al abrir la puerta, donde un olor a Tiaré nos envuelve, igual que la música que venía de la televisión, y la cama y toda la habitación llena de flores, estábamos súper emocionados. Unos minutos después nos tocaron la puerta para darnos un plato de fruta como atención. Que contentos estábamos, aparte el dia era bellísimo y los colores de la laguna que veíamos desde el cuarto era espectaculares. Sin duda una llegada que nos quedara estampada en la memoria.
Sin tardar nos cambiamos y nos pusimos los trajes de baño. Teniendo ya las toallas en la habitación podíamos ir a zumbarnos directamente al agua. Esos colores de la laguna de la Isla de Moorea nos daban unas ganas inmensas de entrar en el agua. Mientras nos bañábamos planeamos nuestra cena en el Moorea Beach Café, reservación que arreglamos con la conserjería del hotel.
De regreso de comer disfrutamos de las danzas tradicionales que estaban presentando en la terraza del restaurant del Sofitel. Excelente manera de cerrar un día más en nuestra adorada isla de Moorea.
Nuestras excursiones personales por la Isla de Moorea!!
Así relajaditos transcurrió la tarde, y a tiempo nos fuimos a duchar y arreglar para ir a cenar. Para estos días en el Sofitel no habíamos planeado excursiones, queríamos disfrutar de la playa Temae y del excelente jardin de coral del hotel. Quiza salir por los alrededores, en fin, esta vez nos sentiamos mas aventureros y menos turistas de excursión organizada.
Al día siguiente el sol comenzó a abandonarnos un poco, iba y venía, así tuvimos cortos momentos de lluvia que se alternaban con claros y sol. En la mañana me levanté temprano como de costumbre para hacer mi propia sesión de body balance, hasta que los mosquitos atraídos por mi sudor me hicieron huir hacia la ducha. Al estar bañada y lista solo pensaba en el desayuno, que sabiamos que en el Sofitel es muy bueno.
Caminamos hacia la sala del desayuno, rememorando emociones de nuestro viaje anterior. Había llovido durante la noche y las flores húmedas daban un espectáculo muy bonito, estaba un poco nublado y se veía que sobre Tahiti estaba cayendo una lluvia intensa.
A la búsqueda de una misa tradicional
Ya que era domingo, teniamos el plan de ir a una misa tradicional, y pregunté en la conserjeria por la iglesia mas proxima, la cual me indicaron a 5 minutos caminando (luego sabria que no eran 5 minutos pero que importa!!). Me dijeron que era a las 9 de la mañana y eran tipo menos 20. Fui rapido al bungalow y le informé rapido a mi esposo, quien me dijo que nos aventuraramos de igual manera visto el tiempo lluvioso que hacia.
Tomamos un paraguas y a caminar. Pasaron 5, 6, 7 y hasta 10 minutos y nada que llegabamos, el tiempo cambio y empezo a pegar el sol y el calor, pero nos divertia caminar sin rumbo, viendo el paisaje y las casas del lugar con su variedad infinita de flores.
Decidimos darnos un punto límite, y vimos de lejos caminar a una señora con los sombreros tradicionales que llevan a misa, la seguimos, y para sorpresa nuestra la iglesia no era lo que esperabamos y terminamos frente una especie de sala comunal muy pequeña a la cual se accedía por el improvisado altar. Como aparte la misa era protestante y no conociamos el ritual, nos dio un poco de vergüenza interrumpir y decidimos regresarnos.
El sol comenzó a brillar intensamente durante nuestro regreso, y con ello el calor empezó a ser abrumador y no veiamos el momento de llegar para darnos un baño en la playa. Vimos en el camino quien vendía piñas, y uno que nunca entendimos si vendía mangos o los regalaba, pues estaban simplemente dispuestos alli, sin nadie, sobre una mesa.
Cerca del hotel encontramos una bonita tienda de perlas a la que dijimos iríamos al día siguiente cuando estuviese abierta. De hecho allí me compré un pendiente con una perla a muy buen precio.
Tour de la laguna del Sofitel en Kayak
De regreso el plan fue playa, tumbona, cervezas, snorkeling y mas playa. Un poquito de ping pong y tiempo de descanso en nuestra terraza. Ese día no fuimos a cenar fuera, habíamos comido tanto de lo que ya llevabamos que no teníamos ganas de mas. Solo fuimos por coctéles al bar del hotel durante la happy hour.
Para el lunes nos habíamos dicho que esta vez haríamos un tour de la laguna en Kayak en lo que nosotros decíamos seria otra excursión organizada por nosotros mismos. Para sorpresa nuestra, esta vez los Kayak no se pagaban y el tour de una hora era gratuito. La verdad muy duro de soportar más de una hora bajo el sol inclemente de la polinesia. Más de una vez quisimos que se nublara de nuevo.
A un momento dado tuvimos que ir hasta la orilla para darnos un baño, al no soportar el calor y el sol. Nos paseamos por encima de cientos de corales de todo tipo, sobre todo de árbol, llenos de peces multicolores.
La verdad es algo que no hay que dejar de hacer si se está en el Sofitel. También es posible hacer paddle si se prefiere, pero el remar en dúo del kayak facilita el paseo y permite pararse y contemplar cómodamente los corales en el fondo y las nubes de peces multicolores.
Con el paddle hay que calcularse bien el momento de ir y venir, porque el regreso puede complicarse con el viento en contra.
Para la cena, decidimos quedarnos en el hotel y probar la comida del bar de la piscina. La verdad viene mas a cuenta que cenar en el restaurant principal, por precio, por cantidad y por calidad, y por la vista sobre Tahití cuando cae el sol. Ya comímos anteriormente en el restaurant principal y nos decepcionó un poco.
Obvio que llegamos temprano para disfrutar de la happy hour del bar y tomarnos otro par de cocteles.
Asi transcurría la ultima noche en el Sofitel, sentíamos nostalgia de dejarlo, durante aquella noche super despejada, que nos permitía ver un cielo impresionantemente lleno de estrellas. Fénomeno que vimos mas pronunciado cuando andando de regreso a nuestro bungalow, hubo un apagón de unos segundos que nos dejó como unica luz las estrellas del cielo.
Ultimo día en la Isla de Moorea, conoceremos otra isla: Raiatea!!
Amanece nuestra última jornada en la isla de Moorea, el día esta hermosísimo, el cielo totalmente despejado y en la lejanía por fin Tahití deja ver su relieve con gran claridad. Los colores del lagoon a pie de los overwater son hermosísimos y el agua totalmente cristalina, como una postal. Qué más se puede pedir para disfrutar este último día en Moorea.
Tenemos el avión tarde, pasadas las 16h30. Nos vienen a buscar a las 15h30 así que todavía podremos disfrutar de estos colores maravillosos y de este día de playa excepcional. Después del desayuno, nos vamos a hacer snorkeling, queremos visitar de nuevo los peces clown que teníamos cerquísima de la orilla y no sabíamos. Con la luz que hay la visibilidad es excepcional.
Después la jornada transcurre en lo usual, playa, tumbona, birras… lo del mini bar incluido cada día es realmente genial. Preparamos nuestras maletas, a las que dimos un poco de orden. Las pasan buscando a las 11h como indicado, y nosotros podremos dejar el cuarto a mediodía. Sin maletas en las que pensar nos sentamos en la terraza a admirar por última vez en este viaje la vista desde nuestra terraza. Que nostalgia dejar este bungalow! Solo pensamos en volver de nuevo!
Vamos al lobby, y como había mucha gente y un problema con el punto de pago, nos dicen que podemos hacer el check out mas tarde que no hay preocupación. Nos vamos a la playa y regresamos hacia las 14h para ducharnos y cambiarnos en la zona que dispone el Sofitel detrás del lobby.
Hacemos el check out y como me inscribí en el programa accord, nos invitan a una copa de vino o una cerveza en el bar. Nos dirigimos al bar y optamos por lo primero, allí transcurre nuestra ultima parte en la isla de Moorea y tratamos de atesorar por siempre las vistas y las sensaciones que nos da este lugar.
Nos intriga saber cómo será Raiatea y si nos gustará.
Vienen por nosotros y curiosamente el día perfecto comienza a cambiar y a nublarse. Al llegar al aeropuerto tenemos hambre, solo hay un pequeño foodtruck fuera del aeropuerto y allí nos comemos un sándwich de jamón que era para una sola persona (según el estándar polinesio) y que nos costó muy poco.
Así llega el momento de embarcar, y en cuanto ponemos el pie dentro del avión, empieza a llover súper fuerte, impresionante. Despegamos y tenemos 45 minutos de avión por delante para llegar a Isla de Raiatea.
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